Ahora, casi 20 años después, muchos empleados siguen desplazándose a la oficina a diario. El porcentaje de trabajadores de EEUU que trabaja desde casa ha pasado del 3,3% en 2000 al 5,2% en 2017.
Aunque pocos dudan de que las oficinas seguirán existiendo en 2050, los cambios digitales y culturales están cambiando la estructura de nuestro puesto de trabajo. “En realidad no necesitamos ir al trabajo para trabajar, sino para afianzar nuestro sentido de pertenencia a la comunidad”, explica Despina Katsikakis, del grupo inmobiliario Cushman & Wakefield. “Esto significa que nuestra percepción de oficina como edificio tiene que cambiarse por el de oficina como un lugar físico o virtual desde el que hago mi trabajo”, añade.
Esto implica volver a configurar el concepto que tenemos de oficina. Los espacios abiertos ya permiten que el entorno se adapte a las necesidades de los empleados. Grupos de espacios de coworking como Knotel ofrecen muebles desplazables y paredes modulares. Los smartphones pueden mejorar esta personalización, al adaptar los espacios de trabajo a cada persona. Los edificios conectados adaptan el aire, las luces, el escritorio e incluso el café a cada empleado. “Las oficinas serán más inteligentes y más humanas al mismo tiempo. Es una dicotomía interesante”, explica Katsikakis.
Los trabajadores de la sucursal de Deloitte en Amsterdam tienen una aplicación en su smartphone que les ayuda a encontrar aparcamiento y mesas disponibles. “Aunque estas tecnologías ya están más extendidas, el ritmo de innovación se acelerará en los próximos 20 años”, opina Guy Grainger, consejero delegado de la consultora inmobiliaria JLL para Europa, Oriente Medio y África. Los avances tecnológicos mejorarán las herramientas disponibles para los empleados. Además, las reuniones virtuales con traducción simultánea serán lo habitual y sustituirán a las teleconferencias.
Las ventanas instaladas en edificios por View, una empresa californiana que fabrica ventanas “inteligentes”, ajustan el nivel de iluminación para alterar la temperatura y la luz exterior. La empresa también desarrolla sensores para detectar intrusos y ventanas que se convierten en pantallas interactivas.
La Inteligencia Artificial (IA) logrará erradicar las tareas repetitivas, según académicos de la Universidad de Oxford. Las personas sólo desempeñarán tareas que requieran solución de problemas y que impliquen una respuesta social y emocional, o ciertas dosis de creatividad, según JLL. El diseño de oficinas fomentará estas habilidades, junto con una mayor interacción personal. En algunas empresas, donde se han desarrollado diversos rincones de ocio, esto es ya una realidad.
Aunque los escritorios seguirán formando parte del mobiliario de las oficinas, las sillas podrían desaparecer para evitar los riesgos de la vida sedentaria que repercuten en nuestra salud. Esto implicaría el uso de escritorios mucho más altos desde los que podamos trabajar sin sentarnos y que tengan algunos taburetes disponibles. Los centros laborales que ofrecen interiores inspiradores también tendrán que estudiar sus emisiones de carbono. En la oficina de Deloitte en Amsterdam, hay partes del edificio que se pueden cerrar para ahorrar energía los días en los que hay pocos empleados. “El consumo energético puede descender entre un 30% y un 40%”, explica Coen van Oostrom, consejero delegado de Edge Technologies.
“Los problemas de sostenibilidad también fomentarán el auge de estructuras de madera que sustituya al hormigón”, opina Philip Oldfield, director del programa de arquitectura de la Universidad de Nueva Gales del Sur. En la búsqueda de oficinas inteligentes, los trabajadores tendrán que sacrificar parte de su espacio. De hecho, el espacio medio por persona se ha reducido un 8,3% entre 2009 y 2018, según datos de Cushman & Wakefield.
La privacidad también se verá afectada, ya que los sensores que detectan el movimiento y el uso de las instalaciones están cada vez más extendidos. Edge Technologies tiene una aplicación que localiza a los empleados. Aunque se puede apagar, casi todos quieren estar visibles.
Fuente: TyN Magazine